DROGAS Y SEGURIDAD: UNA PROPUESTA

Por Sebastián García Díaz
Autor del libro “Favelización de Córdoba. Droga, poder y burocracia”
Ya denunciamos un incipiente proceso de favelización de aproximadamente 40 barrios del Gran Córdoba, como uno de los efectos palpables del asombroso crecimiento del narcotráfico en nuestra provincia.
En esos barrios, el fraccionamiento, cocina y comercialización de drogas se ha vuelto un fenómeno social. Las bandas se están apoderando de esos territorios y en un plazo acotado cada vez será más difícil ingresar para salvaguardar a las familias que no quieren involucrarse.
Las redes de narcotráfico en el mundo se organizan para controlar además prostitución, trata de personas, comercio de armas y no descansan hasta alinear a todos los ladrones y delincuentes para operar en una red de crimen organizado. Aprovechan a los jóvenes sin perspectivas, para la venta al menudeo y además los alientan a formar bandas que demuestran su valor, por ejemplo, matando policías. A todos los hacen además adictos.
En Córdoba esto ya está pasando en zonas del Gran Córdoba, en todo el corredor de la Ruta 9, 19 y 36. La noticia de prostitutas dominicanas esclavizadas en un prostíbulo de Morteros, no es casual. La ruta 38 directamente ya está considerada a nivel internacional como vía estratégica para las operaciones de narcotráfico hacia Europa a través de Buenos Aires, con todo lo que ello conlleva
Ya no hay margen para desentenderse. Porque las consecuencias están “golpeando nuestra puerta” con una oferta impune de drogas a nuestros hijos y asaltos cada vez más violentos.
Una propuesta
El Gobierno Nacional no está haciendo nada de lo que debería. Es una vergüenza. A nivel provincial ¿podemos hacer algo?

Parece difícil una interacción institucionalizada entre la Justicia Federal y Provincial, Policía Federal, Gendarmería, Policía Aeroportuaria, Aduana, Policía de la Provincia de Córdoba, Sistema Carcelario, etc, que permita plantear un plan provincial,  más allá del caso por caso. Yo lo intenté durante mi gestión y fue imposible. Apenas renuncié, se hizo una excelente “puesta en escena” en el ámbito de los Tribunales Federales pero luego nada sucedió.
Nuestra propuesta es más acotada pero puede producir resultados en el corto plazo. Está integrada por cuatro acciones.
La primera es producir intervenciones profundas en los barrios “rojos”. Saturar la zona con agentes de seguridad, en forma permanente (24 hs), para realizar control, recepción de denuncias, relevamiento de información y acciones hasta liberar al barrio del dominio de los narcotraficantes. No es “bajar” un día; hay que garantizar que los vecinos no involucrados puedan volver a apoderarse de las calles y los espacios públicos.

El Jefe de Policía, el Ministro de Seguridad y el Fiscal Federal de turno, en persona, deberían estar al frente de estos operativos para cuidar que sean eficaces y evitar posibles excesos en el actuar de los uniformados. Al mismo tiempo, los máximos responsables de Salud, Educación, Desarrollo social y Mujer-niñez-adolescencia tienen que hacerse presentes en el lugar para corregir las distorsiones de cada área, respecto a lo que se hace (y no se hace) en ese barrio. En 10 meses de trabajo intenso podemos cambiarle la vida a mucha gente.
La segunda acción tendría un impacto certero a nivel provincial. Se trata de montar una unidad de controles sorpresivos de narcotráfico en las rutas de la Provincia. Pequeña, pero dinámica, confiable y efectiva.
La tercera acción concreta tiene que ver con la noche y su descontrol. Los propios jóvenes nos indican que el 50% de las veces que reciben ofertas de drogas es dentro de los propios boliches. Allí tenemos un universo de aproximadamente 300 establecimientos en toda la provincia donde hay oferta impune de alcohol y de drogas ilícitas.
Los esfuerzos aislados de un secretario municipal o un grupo de padres no sirve. Hay que actuar con personal policial, especialmente capacitado para este doble control de alcohol y de drogas. Se suman los “adicionales” que no son empleados del bolichero, sino oficiales de seguridad en el lugar. Y también los inspectores municipales. Todos aglutinados tras el mismo objetivo.
La propuesta más importante y más difícil es comprometer a los cordobeses para que sean fuente activa de información y de denuncia. Durante mi gestión se promovió un 0-810-888-3368 pero requiere publicidad masiva. La cantidad de gente que ha dejado de denunciar porque “nada va a pasar” es un dato muy preocupante. Necesitamos tener a toda la ciudadanía como aliada en esta lucha.
Basta de esconder el problema bajo la alfombra o minimizarlo. Droga e inseguridad son dos caras de la misma moneda. Presionemos para que se instale definitivamente en la agenda de los políticos y los gobernantes.